La iglesia, finalmente, reconoció a San Francisco de Asís como santo, no le fue fácil, ya que Francisco, procedente de la villa italiana de Asís y de familia acomodada, renunció a toda riqueza y reivindicó el voto de pobreza como algo mucho más afín a la doctrina de Jesucristo que la evidente codicia del clero.
Siglos después, los estamentos eclesiásticos siguen dando evidentes muestras de su amor por los bienes materiales a través de vender lo eterno y supraterreno, pero el nombre San Francisco sirvió para bautizar uno de los sitios que nosotros consideramos maravillosos. A su vez, es un lugar del mundo codicioso a la hora de traer seres supraterrenales al planeta, como Dennis Busenitz.