Puede ser fruto de ese apego natural a lo East Coast que siempre nos atrapa o una consecuencia de la dobledosis de capítulos de las Tortugas Ninja que llevamos a cuestas la gente de nuestra generación, pero si patinar en New York es un gran sí (a pesar de lo tendencioso que se ha vuelto últimamente y el puto vídeo Go-Pro del Schlecker), más enorme es el intríngulis emocional de hacerlo por debajo de las célebres calles de esa gran manzana llena de chinos y de algunas cosas más. Lo curioso es el enorme retraso con el que subo esto, pero a causa de mi propia naturaleza retardada, este clip del 11/11/2011 sube a esta embarcación del infinito saber ahora. Lógicamente no voy a hacer caso omiso a lo insigne y temido de la fecha citada, incluso me atreveré a afirmar que los skaters del clip podrían estar huyendo de otro ataque aéreo de la morería internacional o tentando a su suerte dentro de unos vagones que también pudieron haber saltado por los aires (otra teoría más verosímil puede ser que haga fresco en Nueva York durante esa etapa postrera del otoño).
Sin duda, cuando un clip alberga un concepto que va más allá de mostrar trucos en una calidad de imagen que mete a los patinadores en tu habitación y se convierte en una idea espontánea y poco forzada que se materializa en unos pocos minutos de imágenes, estamos hablando de lo que más nos gusta en este barco.